El Resplandor de la Nube

¿Puede la totalidad de la mente estar en completo silencio? (…). El silencio es indispensable. Cuando miramos una nube y el resplandor de la nube en ella, si la mente se encuentra parloteando, vagando, especulando o verbalizando no puede ver la belleza de la nube.

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La mente estará quieta si uno ha descartado el control (…). En ese silencio de la mente no existe el tiempo. (…). En ese silencio no existe el observador ni la experiencia, sino solo esa cualidad de completo y total silencio. En ese silencio la puerta está abierta. Lo que hay más allá de la puerta es indescriptible, no puede ponerse en palabras.

3 respuestas to “El Resplandor de la Nube”

  1. Neus dice:

    Las palabras de Krishnamurti resultan siempre inspiradoras y de una gran profundidad. Es justamente esta profundidad que se nos escapa, la que nos inspira, nos atrae hacia las profundidades del Ser, de nosotros mismos, de la Totalidad de la que formamos parte.

    Según mi modo de entender, el silencio está más allá de la mente, de cualquier dualidad, de cualquier lucha. Seguramente hay silencio cuando comprendemos con el corazón, es decir, nos fusionamos y por lo tanto nos convertimos en aquello que observamos.

    Un placer leer una vez más a Krishnamurti.
    Gracias por difundir sus enseñanzas.

    Neus

  2. Inés dice:

    Quisiera saber si va a haber próximamente algún encuentro en la zona Norte de España?
    Un saludo
    ineslet@hotmail.com

  3. M dice:

    Silencio Interior, Consciencia Universal. La esencia de la meditación
    http://dhammasati.org/wp-content/uploads/2016/08/Silencio-Interior-Consciencia-Universal.pdf

    Yo soy este ser que despierta cada mañana deslumbrado por la luz
    del amanecer.
    Yo soy la consciencia sin cambio que percibe transitar el mundo.
    Yo soy la naturaleza que cabalga tranquila sobre el hermoso planeta.
    Yo soy esta roca de vida que orbita feliz en torno a su estrella.
    Yo soy la existencia que navega sin rumbo por este rincón del cosmos.
    Esta amplitud es mi casa; esta inmensidad es mi ser.
    En ausencia de consciencia, ¿quién puede decir yo soy?

    El río de la vida corre entre las orillas del dolor y del placer. La mente crea el abismo,
    el corazón lo cruza.
    Tú no estás de paso por la vida, estás aquí porque eres vida.
    Eres esta brizna de vida consciente meciéndose en el columpio de la existencia.
    Cuando descubres la flor que brota cada mañana en el corazón de tu amigo, el amor
    que une eclipsa a la mente que separa.
    La luz del sol y la luz de tus ojos se unen calladamente y hacen real la existencia.
    La razón te dice que eres apenas nada en la inmensidad del cosmos, pero el corazón
    te asegura que eres todo.
    Eres el jardín y la lluvia, la tierra que te nutre y sostiene, y la flor que se abre al
    agua y al sol.
    La flor llena el espacio con su perfume, la llama de la vela expande su luz. Ni la flor,
    ni la llama hacen nada; y, sin embargo, cambian todo con su mera presencia.
    Cada gota del océano lleva el aroma del océano. Cada instante de tu vida lleva la
    fragancia de lo eterno.
    Cada beso tiene un soplo distinto. Cada sonrisa te conecta con una mirada nueva.
    Cada corazón abraza a su manera.
    Comprendes que estás destinado a la felicidad. Cooperas con tu destino y permites
    que se cumpla.
    La felicidad está escondida en un rincón de tu corazón. Duerme tranquila, ajena a tu
    zozobra, esperando que la despiertes.
    Tu ser real es el amor mismo y la multitud de tus amores son su reflejo.
    Ya estás en casa. Las estrellas te dan la bienvenida incrementando su brillo. O, ¿es tu
    mirada la que aumenta su destello?
    Este momento es tan único y especial, que merece tu callado asombro.

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